Las víctimas de una agresión sexual, en el caso que el agresor sea un desconocido, suelen describirlo mal físicamente, probablemente generado por el fuerte impacto emocional del hecho que le ha acaecido; por ello cobra suma importancia complementar el testimonio, con el estudio del lugar de los hechos, a fin de encontrar evidencias que conlleven a determinar la presencia del agresor en el lugar y de su relación con la víctima.
No obstante, el interrogatorio que se realice a la víctima, debe evitar una mayor perturbación psicológica y se debe enfocar para obtener datos que orienten acerca de las características físicas del victimario, su estatura, edad, contextura, raza, vestimenta, fisonomía o señas particulares, e igualmente de manera seria, sin morbosidad y muy discretamente, se debe propender por consultar sobre la ocurrencia del hecho, puesto que de ello dependería encontrar lugares secundarios del mismo hecho o las evidencias que no ha sido detalladas en el lugar.
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